Querido director del bosque:
Le vengo a informar de que estos días ha sucedido algo increíble en mi monte, como siempre por estas fechas, el tiempo era tan frío que ni siquiera los habitantes de la zona venían a visitarnos, y como siempre, los árboles y animales vecinos eramos los únicos testigos de unos helados amaneceres y unos tempranos atardeceres de invierno, sin embargo, y como decía antes, estos días algo distinto ha sucedido, han venido a acampar unos niños, han llegado cargados de material, con mochilas al hombro y muchas risas y canciones.
Tenían diferentes edades, algunos eran tan pequeños que me dejaron un poco asombrada de cómo eran capaces de no tener miedo a la oscuridad por las noches, otros, un poco más creciditos, se levantaban ante mi como gigantes y corrían de un lado para otro, todos ellos realizaron distintas actividades por separado, en pequeños grupos, aunque de vez en cuando se juntaban disfrazados y disfrutaban de un gran juego al tiempo que aprendían. Algunos de ellos, debían ser plenos adolescentes, llamaron especialmente mi atención porque se asentaron delante de mi casa, se hacían llamar "escultas", hicieron fuego, debatieron y como si de un cuento se tratase, juzgaron al lobo feroz que, al final y después de muchos años de leyenda, resultó ser inocente. Bien...he de admitir que dejaron todo bien limpio y recogido, pero no me ha gustado el no ser avisada de que unos humanos llegarían a mis tierras, no es que no esté contenta de su visita, pero me hubiera gustado hacerles saber quelos días tienen otro color cuando ellos están cerca, no sabía yo que los niños podían olvidarse por un momento del ajetreado mundo de la ciudad y esto director es algo de lo que deberíamos estar orgullosos.
Firmado: Pepita, la hormiga de Arca